sábado, 10 de mayo de 2014

MI LUGAR FELIZ EN EL MUNDO.

El verdugo contempla extasiado a su víctima.
me corto, se me quiebran los huesos.
Ríe y yo grito; de dolor, de agonía, de ganas de muerte.
No hay culpa, no hay piedad.
Los electrodos conectados a mi cabeza me hacen sufrir,
en una esquina de la helada celda, me retuerzo.

Día a día la misma rutina.
Nada termina, nada cambia
Me duermen en las noches para que no muera.
Me despiertan en el día para que no descanse. 
el verdugo impávido ante mi condición,
yo sin fuerzas para nada, ni un reclamo.

Me curan las heridas, solo lo suficiente para que no muera desangrado.
Me dicen que estaré bien, que es por mi bien.
Ya no soy yo, hace mucho tiempo dejé de serlo.
Perdí la cabeza, eso dicen ellos.
Es difícil encontrarla cuando todo es tan oscuro.
No hay claros, no hay luz.
No hay ni días, ni noches.
Ni tiempos, ni horas, ni relojes.
No hay vida, tampoco muerte.
Todo es mentira, excepto el dolor.



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