lunes, 26 de febrero de 2018

ENCONTRADO SIN FECHA

hoy es día de siesta,
es tarde por cierto,
hace más que la cresta           lo vengo intentando
¿el qué?
decir algo.

El horizonte no se ve por mi ventana
          inspira respirar aire de
          montaña,
dile a Ana
que sigo esperando comer en su cama,
tu eliges: comedia o drama,
nada, cada día una diferente coartada
dada  la gravedad del asunto
ahora mismo pongo un punto.

Mi ego no está difunto,
pero ese es otro tema,
ayer fui mi propio problema
hoy, quema.

RESILIENCIA

te quiero sin quererlo y así es como más lo siento,
un hueco en el pecho, cuando miento,
siento: viento, puentes entre mares de seres inertes.
OSCILANDO en el vaivén de los grupos.
Frecuentando el seguir nuestros rumbos.

Me pongo a navegar, y me hundo
en ojos cielo, enojos ciertos
en hojas cientas
de declaraciones de intenciones,
de valientes decisiones.

-creo que estoy olvidando vivir-
pero estoy volviendo a escribirte.
Ante todo buenas tardes.

ENTRE DICIEMBRE Y MARZO

no sé si tiene sentido
respetar a doña métrica
a estas alturas

soy sinónimo, y calma
el Ruido; la sospecha
Dibujante en tus palmas
de cien caminos sorpresa.

Hoy todo es pura chacota.
Días de calor y noches
para dormir en pelota.

MOTIVOS

¿Hay motivos para escribir? quiero decir, ¿hay motivos para la literatura? seguir rellenando papeles, gastando lápices, para llegar a un lector que existe sólo (si es que) en lo ideal de nuestra imaginación. El motivo dice alguno es que no hemos sido felices, yo sostengo que todo esto va más allá, aunque no descarto la infelicidad como piedra angular de las letras...

Las letras, que término más auto(r)-referente, los que apreciamos lo literario (o simplemente quiénes lo estudian/amos) nos apoderamos del abecedario completo siendo que ellas, las letras, existen para la funcionalidad, el lenguaje es principalmente eso, un ente que sirve. Y si hay algo que no es la literatura es funcional.

No sé si hay motivos. En chile (con minúscula) pareciera que todos escriben, incluso hay los quienes dicen ser poetas sin leer nunca poesía, abundan. ¿Qué lleva a alguien a querer ser poeta? ¿la autoflagelación? ¿una especie de self-pity? ¿alejarse del camino fácil?

Sí, creo que la poesía no se crea, se padece. Brota como las flores de una planta en septiembre -sólo válido en el hemisferio sur- es por eso que no entiendo las ganas de escribir, porque no las siento como ganas. A mi me urge esta necesidad, me tiembla la existencia por transformar pensamientos en palabra escrita, por codificar emociones en este ambiguo sistema de signos, por jugar con esta herramienta a construir castillos de versos, laberintos de prosas, o lo que sea.

La escritura ya no se irgue ante mí como medio de escape -sí, lo fue en su momento-, pues es en ella donde estoy confinado, y, relativamente a gusto. Por que, después de todo ¿qué tan feliz se puede ser encerrado?