lunes, 2 de julio de 2012

Malas costumbres


La mala costumbre de empezar a escribir cuando no tengo ganas, o cuando tengo ganas y no de que escribir, o la inversa o lo que sea.

Extraño tener motivos, extraño la pena, extraño la rabia, el amor, el dolor, la felicidad; extraño sentir. Las pastillas lo impidieron, ahora soy un niño triste y quieto como un objeto, sin vida propia actuando como una fotocopia, como una fotografía congelada en el espacio. El medicamento al servicio de la sociedad para hacernos individuos productivos y funcionales para esta; para insertarnos en su sistema de productos y de producción. Yo no estoy loco, o al menos no lo estaba. Ahora no sé, no sé que hago, las pastillas me quitaron la vida, la personalidad.

Lo único que me dieron las pastillas fueron pesadillas constantes, sueños terribles y reales de los cuales no puedo escapar. Sueño todas las noches con persecuciones sin fin ni principio, con monstros amorfos que me atacan, con pérdidas terribles, con suicidios y asesinatos cometidos por mí. Sueño con gargantas cortadas a la mitad, con brazos mutilados y desgarrados, con músculos que se separan de los tejidos, con ojos saliendo de sus cuencas y estallando en un vacío infinito, sueño que el pecho se me desgarra y se les desgarra a los demás; que sus costillas vuelan del y van a parar varios metros más allá.

Y despierto, sudando, gritando.  

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