La poesía ha de estar,
en todas las mentes, en todos los libros.
La poesía ha de ser cotidiana,
al alcance de todos y todas.
La poesía debe ser compartida,
regalada, entregada
jamás vendida.
Los lectores, los poetas
los casi poetas, los críticos
deberán ser,
consecuentes con la poesía
y ver en ella,
la ambigüedad de lo terrenal,
la belleza inalcanzable de lo onírico,
la certeza de lo que resulta tangible.
La poesía ha de ser libre y de fácil acceso,
deberá ser de los ricos y los pobres, sin distinción.
El verso no tendrá dueño,
no vendrá acompañado de grandes galardones,
de grandes vítores y ovaciones al poeta,
llegará con algo mucho más valioso
el amor y el dolor entregado en cada letra,
en cada frase, en cada rima.
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