Los múltiples y pequeños cortes horizontales en sus brazos fueron eclipsados por cuatro largos y profundos, ésta vez horizontales y distribuidos de a dos por brazo, cada uno medía alrededor de 15 centímetros y la sangre los bañaba de principio a fin. Era casi una obra de arte. Antes de perder la conciencia los contempló, y se sintió extrañamente orgulloso, como por haber hecho un buen trabajo.
Despertó en la camilla de la clínica, se lamentó por no haber cumplido su misión y cerró los ojos esperando quedarse dormido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario