viernes, 29 de marzo de 2013

Des-encontrado

No tenía futuro, pero si un vaso de alcohol y las ganas de cagarse en todos los demás.

Vivía sumergido en una vida de sexo, peleas y alcohol. Su poca motivación con lo que la sociedad le ofrecía lo llevaba a despreciar a todos y a todo. Sus días hundidos en la cama con un cigarro y pensamientos oscuros, pasaban uno a uno. Cuando salía a la calle tampoco era mejor; los pendejos fumando pasta en la esquina, las putas ofreciéndose por un par de billetes que no tenía, le asqueaba el gris de la ciudad. Le deprimía ver a todos viviendo como si esta mierda fuera buena, hombres atrapados en trajes desfilando por el centro rumbo a sus trabajos putrefactos, las viejas llenándose de cosas para intentar llenar el vacío de su miserable vida, los ejecutivos exitosos con sus celulares ultimo modelo fingiendo llevar una buena vida, siendo que cuando murieran se irían al infierno igual que todos.

Un día, después de salir a ganar algo de plata, pasó a un bar. Salió ya ebrio y sin nada en los bolsillos, observó a un policía molestando a unos vagabundos, él con la borrachera que llevaba no pensó bien y empezó a insultar al uniformado, le arrebató la pistola y le amenazó con ella, luego de un forcejeo el arma se disparó y le dio en el pecho al policía. Salió de ahí lo más rápido que pudo.

En su casa, esa noche en que una botella era más hermosa que cualquier doncella, se fumaba un cigarro mientras su mente estaba matando familiares, amigos y recuerdos. Con un ron barato a un lado recordó el revolver de su abuelo en el cajón, lo sacó y comprobó que tenía las municiones puestas. Pensó en lo terrible de la vida, en lo patético de la rutina y la mierda de gente que lo rodeaba, encontró la solución con una bala.

Días después encontraron su cuerpo podrido en la cama con un hoyo en la sien. A nadie le importó, sus vecinos ni se dieron cuenta.

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