martes, 7 de mayo de 2013

Capítulo 1.


Las historias de otros se han olvidado, incluso algunas más impresionantes que esta, así que es posible que esta sea olvidada también, no es nada fuera de lo común. Partimos este relato una mañana de otoño, digamos hace 30 años.

Hacía frío, el frío que agrada a la gente. Las hojas secas se movían producto del viento y el pelo medianamente largo del joven se movía también,  caminaba por una calle poco transitada a esas horas, había una mujer 10 metros delante del, vestía un abrigo el cual le llegaba hasta media pierna, bajo este se adivinaba un pantalón de lo más normal de color negro, el mismo que el del abrigo. El joven caminaba a un paso tranquilo, como quien sabe que tiene tiempo de sobra para llegar al lugar que debe ir, en su caso, su escuela. No había ido ahí en mucho tiempo, después de pasar un tiempo recluido en algún lugar del cual no daremos especificaciones este era su primer día de colegio; no estaba emocionado,  ni ansioso, ni nervioso, ni nada. Solo quería que pasara lo más rápido posible el día para así dejar de verle la cara a tanta gente que no era de su agrado, los había por montones. Había los que no eran de su agrado por su actitud prepotente, otros por su escasa inteligencia, otros por sus gustos francamente detestables, incluso habían los que le desagradaban solo por su presencia. El creía estar en lo correcto con no hablarle a nadie, se limitaba a escuchar el montón de estupideces que los demás decían y comentar algo en clases cuando le superaba el hecho de que nadie supiera una respuesta tan fácil cómo quien fue Hemingway, las otras cosas que hacía era leer y escuchar música.

Su colegio se le hacía enorme, había demasiada gente a la cual detestar. Demasiados espacios en los que la gente le miraba con cierto asco –el mismo con el que él los miraba a ellos-, pero no le importaba, nada le importaba. A penas llegaba la hora en la que podía escapar de ahí lo hacía, iba caminando a un ritmo increíblemente rápido hacía su casa, o a alguna plaza, o cualquier lugar en el que pudiera estar tranquilo. Escribía, leía, pensaba, escuchaba. Hacía todo lo que en presencia de los idiotas de su liceo no podía hacer, se relajaba.

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