domingo, 5 de mayo de 2013

El viejo sabor de la felicidad

Puedo escuchar los discos de mi viejo, leer por enésima vez mis libros preferidos.
Apreciar una y otra vez el movimiento de las hojas al desprenderse de los arboles,
intercambiar palabras con vendedores de tiendas repulsivas,
mirar con asco a mi alrededor en cada caminata sin rumbo.
Puedo observar incansablemente el paisaje santiaguino y la fauna presente en este,
puedo reírme sin ganas y sonreír fingidamente, 
Puedo tocar bajo y cantar desafinado,
puedo tomar una cerveza de ves en cuando, fumar en pipa,
puedo enfermarme y quedarme en cama.


Tener una conversación profunda con un extraño que deje de serlo.
Mirar a los niños jugando en una plaza, sus manos llenas de tierra y sus rostros sonrientes.
Ver a esclavos de corbata y traje en el centro, corriendo para no llegar tarde.
Escabullirme en el metro, caminar unas cuadras
Sonreír pensando en ti.

Puedo hacer eso y más.

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