martes, 7 de mayo de 2013

Insecto Urbano


Y la gente se reía, y yo no sentía nada. Veía como los pies de las personas pasaban frente a mis ojos, la gente no se percataba de mí en el suelo; nadie notaba al tipo botado a centímetros de ellos. Podría haber estado muerto y a ninguno le hubiera importado, no tenían idea de mi, cómo yo no tenía idea de ellos. No sabía quiénes eran, ni que querían, no me importaba la verdad, sólo era otra mañana más donde mismo.

Los días empezaban y transcurrían igual siempre, en la monotonía absoluta. Nada cambiaba las personas que pasaban junto a mi generalmente eran las mismas, y cuando no, las nuevas eran exactamente iguales a las anteriores en el fondo; oficinistas, nanas, juniors, secretarias, y todo eso.

Cada vez me acostumbraba más a mi suerte, no tenía ni las ganas, ni el poder para cambiar mi vida, incluso ni quería. Ahí seguía yo tirado en el piso apestando, sin hacer nada más que mirarle los zapatos a la gente, sin esperar nada más que una moneda de vez en cuando. Nada más, no tenía amigos, solo un perro que me acompañaba a veces, mi familia seguramente me había olvidado ya, como yo los olvidé.No tenía ambiciones, ni preocupaciones, sólo necesitaba ir a un albergue y ya tenía comida y un lugar donde dormir. Había olvidado cómo tratar con la gente, como hablar con las personas sin asustarlas, yo ya no era uno más, era distinto a los transeúntes que cada día me miraban con asco, era diferente a todos los que se preocupan por mantener un trabajo, o una familia. No era como ellos y no quería serlo.  No era feliz ahora, pero nunca fui feliz antes, la normalidad me había apestado, el letargo de la rutina que nos imponen me cansaba; prefiero esto. Soy miserable por opción, soy un insecto urbano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario